Deuda, impuestos y política


La antigua tranquilidad informativa estival parece haber desaparecido. El acoso de los mercados (léase entidades financieras) a la deuda de los países europeos periféricos no cesa, independientemente de la bondad de las noticias políticas: acuerdo entre republicanos y demócratas, convocatoria de elecciones, etc.  Se trata de un mecanismo perverso en el cual cuanto más miedo creo más gano; y los gobiernos se sienten impotentes para frenar esa dinámica puesto que han renunciado a los instrumentos políticos que podrían regular los mercados financieros. Es una clara victoria del neoliberalismo, convertida además en dogma económico y político por los medios informativos y académicos al servicio de los postulados neoliberales.
La segunda gran victoria del neoliberalismo es la difusión de la aversión a las subidas de impuestos, especialmente si estas son progresivas. Se ha convertido esta propuesta en un tema tabú para cualquier partido que pretenda gobernar algo, lo que sea. Aparecen entonces datos disparatados, como el que ayer hablaba de que Hacienda recaudaba más de los trabajadores y los pensionistas que de las sociedades. 
Debemos tener muy claro lo que queremos. Si es un Estado de Bienestar hay que pagarlo y eso solamente puede hacerse a través de un sistema impositivo justo y progresivo (como el de los países nórdicos), o bajando impuestos y recurriendo al endeudamiento. Esto último ya sabemos que nos conduce al desastre, lo mismo que el despilfarro y la mala administración. Bajar los impuestos o no subirlos es desmantelar el raquítico Estado de Bienestar que tenemos; que digan los partidos cuáles son sus propuestas. Y que el pueblo decida.

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